Reforma Regional v/s Sistema Binominal
La Reforma Regional
Junto a una serie de "regionalistas" (Felipe Ortega, Sergio Boisier, Ricardo Cifuentes, Bernardino Sanhueza, Esteban Soms, Fernando Ordóñez, Luis Hernández, Luis Lira, Manuel Tobar y otros que, excúsenme, se me quedan en el tintero) hemos venido reflexionando desde hace años en torno a los procesos de modernización del Estado, de Desarrollo Regional y de Descentralización, esperanzados en que nuestra reflexión sea una contribución precisamente al avance de estos procesos. Por cierto, algunos de estos amigos que nombro lo hacen desde la década del 60 y tienen, como en el caso de Boisier, un prestigio en la materia que trasciende a nuestras fronteras.
Desde nuestras propias individualidades hemos podido constatar que desde 1992 se ha producido una aceleración en el proceso de descentralización, que se traduce en la democratización de los municipios, en la conformación de los Gobiernos Regionales, en un paulatino empoderamiento de la autoridad regional y municipal y, en la introducción de formas innovadoras en la gestión del desarrollo de las regiones, como ha ocurrido por ejemplo con la creación de los territorios de planificación de la Región del Bío-Bío.
No obstante lo anterior, reformas significativas como las que se lograron a principios de la década pasada, no se han vuelto a producir, salvo la reciente modificación constitucional que podría permitir la creación de nuevas regiones. En este contexto, propuestas de reforma han habido por montones, la mayoría de ellas apuntando a resolver problemáticas tan complejas como la configuración institucional de los Gobiernos Regionales, incluyendo la eventual elección directa de sus dos órganos (Intendente y Consejo), la administración de las áreas metropolitanas y otras, de corte adeministrativo, como la creación de servicios regionales. Sin embargo, para el caso de las "reformas duras" del proceso descentralizador (la elección directa de sus autoridades), el verdadero nudo gordiano ha estado en el parlamento y, en particular y transversalmente, en el senado. Muchos diputados y la mayoría de los senadores han visto (al menos en el discurso) a esta reforma como una amenaza a nuestra definición como Estado Unitario y como un eventual factor de inestabilidad política. En la trastienda, se sabe que junto con el anterior argumento lo que causa mayor preocupación a los parlamentarios es la existencia de autoridades regionales electas (los consejeros y el Intendente) con capacidad de decisión sobre los recursos regionales (más de 20 mil millones al año, en promedio para cada región) y, por lo tanto, con una performance electoral bastante más promisoria y amenazadora.
Habría entonces que hacerse la pregunta de si es factible o no conseguir la aprobación de estas "reformas duras" de la descentralización en el parlamento. La más probable respuesta es No. Eso siempre y cuando las propuestas de reforma sean enviadas por el ejecutivo, cuestión que es solo probable para el caso de la elección de los Consejeros Regionales, puesto que la elección de la máxima autoridad regional (el Intendente) tampoco es necesariamente bien vista por el nivel central del Estado (esto daría para otro análisis centrado en el tema del poder).
El Sistema Binominal
Por otra parte, en el ámbito del proceso de profundización de la democracia, directamente vinculado a los procesos anteriormente mencionados, las últimas reformas constitucionales, que demolieron gran parte de la institucionalidad autoritaria, dejaron pendiente la eliminación de uno de los "enclaves autoritarios" superiores, el sistema binominal, previstos en el diseño de la "democracia protegida" instaurada por el gobierno militar en base a los planteamientos de Guzmán, Ortúzar y los demás constitucionalistas afines al régimen, y coronada por la instalación de este sui generis sistema electoral en 1989. Este "enclave", correspondiente en mi opinión al tipo de instituciones "autoimpuestas" planteado por Barry Weingast, es decir, que generan estímulos a los actores políticos que hacen más difícil su modificación, constituye prácticamente uno de los intransables para la derecha y por lo tanto es previsible una ardua negociación para modificarlo, con un resultado evidentemente incierto. Esta negociación se prevé muy compleja, ya que junto con la introducción de un sistema de elección proporcional, con las consecuentes implicancias que podría tener en la reconfiguración del Sistema de Partidos, es necesario abordar la revisión de los distritos y circunscripciones electorales, que hoy día provocan un desequilibrio abismante en el valor del voto de los electores (por ejemplo hay senadores electos con 20 mil votos y otros como más de 400 mil y ambos pesan exactamente lo mismo en las votaciones del Congreso).
En Síntesis
Ambas reformas, la regional y la modificación del sistema electoral, tienen relación con la distribución del poder político y, por lo tanto, si se vincularan podrían perfectamente contribuir a eliminar los enormes obstáculos que tienen, por separado, para llegar a establecer los consensos políticos necesarios. Así como la derecha puso en 1992 en la mesa de negociación para la democratización de los municipios la constitución de los Gobiermos Regionales, es perfectamente posible pensar en construir el consenso para la modificación del sistema electoral, a partir de la apertura del poder territorial del gobierno a la elección popular, dando con esto cabida evidentemente a Gobiernos Regionales en manos de la oposición.
Esta claro que mi opción en torno a la posible elección de las autoridades regionales, Consejeros e Intendentes, no radica solo en su posibilidad de transformarse en una especie de "moneda de cambio" en relación con el proceso de reforma al sistema electoral. Muy por el contrario, soy un convencido de que esta reforma contribuiría de manera notable a hacer más eficiente la labor de los Gobiernos Regionales, aportando a transformar definitivamente a las regiones en territorios complejos, con la capacidad necesaria para alcanzar su propio y particular desarrollo.
En este esquema, en nuestro país se consolidaría un tipo de Estado Unitario Regional, similar al existente en países como Colombia o Uruguay.