LOS SESGOS DE "EDUCACIÓN 2020"
Antes que nada es importante reconocer el mérito de Educación 2020, movimiento ciudadano que ha logrado volcar la atención pública hacia el debate de un tema de tanta trascendencia como lo es la calidad de la educación en Chile, logrando comprometer la voluntad de un número importante de ciudadanos.
No obstante e intentando contribuir a este debate, creo necesario plantear algunos puntos que a mi juicio constituyen debilidades importantes en el enfoque y análisis realizados por este grupo liderado por el ingeniero Mario Waissbluth:
1.- Creo que constituye un error focalizar el debate y las propuestas para mejorar la educación en la problemática de la calidad de los centros de formación y en la de los propios aspirantes a profesores. Esto significa de entrada desconocer que hay problemas estructurales que afectan al conjunto de la educación superior chilena y no solo a la formación de profesores.
Educación 2020 no puede ignorar en su discurso que hay miles de profesores de enorme vocación y capacidad intelectual y profesional y que hay centros de formación docente que mantienen una excelencia equivalente a la que impera en “algunos de los centros” que imparten otro tipo de disciplinas.
2.- En Chile hay universidades completas, que no imparten solo pedagogía, que no cuentan con un solo alumno que haya ingresado con más de 700 puntos en la PSU y, probablemente, con muy pocos que tengan más de 600 puntos.
Por otra parte no hay una sola universidad chilena que se encuentre en el ranking de las 200 mejores universidades del mundo, entre las que si están la UNAM y la Universidad de Sao Paulo.
En esta perspectiva, me parece que cuando Educación 2020 señala, con cierto escándalo, que ha ingresado un alumno con 377 puntos a pedagogía básica, está cometiendo una falacia ya que hay un enorme registro de alumnos con puntajes inferiores que están alimentando las carreras de periodismo, sicología e incluso aquellas que hasta hoy día son símbolo de prestigio social y glamour. De hecho un dato que leí hace un par de meses en el especial sobre universidades de la Revista Qué Pasa, es que el último matriculado en periodismo de la Universidad ARCIS ingresó con solo 270 puntos.
3.- Esto ocurre porque el sistema universitario chileno lo permite, porque se ha transformado desde un sistema de educación de elite en uno masivo, evolución que es positiva, pero que ha generado una serie de problemas. Expresión de esto es que en las universidades privadas, que en su mayoría, a excepción de unas pocas (entre las que están obviamente las de la “cota mil”), acogen a alumnos de sectores sociales medios y bajos (lo que constituye un contrasentido y clara expresión de otra problemática), no tienen puntaje de corte obligatorio y, junto con el ejercicio del rubro educacional, les interesa de sobre manera el número de alumnos por sala, para hacer viable económicamente hablando el negocio y su existencia institucional. En todo caso es evidente que los problemas en la calidad de la educación superior no son, como ya se señaló, patrimonio de estas universidades, entre las que hay muchas que están alcanzando estándares superiores a otras tantas de las universidades tradicionales.
4.- Los problemas de la excelencia en la formación no solo afectan a los profesores o de lo contrario cómo se explican los errores flagrantes que cometieron, por ejemplo, los ingenieros en transporte que diseñaron el “Transantiago”, o los que calcularon la construcción del puente porteño que se hunde o los arquitectos que han diseñado por décadas las viviendas sociales horrorosas o algunos de los edificios de la renovación urbana que constituyen verdaderos atentados a la estética de la ciudad y al objetivo de mejorar la calidad de vida de los santiaguinos. ¿Cuál es la visión de desarrollo y la solidez de la formación que hay detrás de los profesionales, en su mayoría supongo ingenieros, que tomaron la decisión de aprobar la construcción de la planta de Metrogas en los faldeos pre-cordilleranos de Peñalolén, a un costado del ingreso del principal acceso al gran proyecto que es el “Sendero de Chile? ¿Dónde se formaron los arquitectos urbanistas e ingenieros que propusieron las construcción del túnel en Pedro de Valdivia Norte? ¿Dónde se formaron los ingenieros que diseñaron y construyeron la Costanera del Bicentenario en Lebu? (que costó miles de millones de pesos y que quedó destruida con el primer temporal que tuvo que soportar). ¿Dónde se formaron los profesionales de la salud que no informaron los casos de SIDA o los que cambiaron las guaguas en el Hospital de Talca?
5.- Hay otras preguntas que permiten ir definiendo mejor el escenario de la educación en Chile: ¿Qué instituciones forman a los profesores que hacen clases y dirigen los colegios de excelencia en Chile? ¿Se forman en el extranjero? ¿Estos profesores son los mejores de cada generación en las universidades chilenas? o ¿Son otro tipo de profesionales los que están haciendo clases en estos centros educacionales?
6.- La respuesta a las preguntas enunciadas es que los profesores en cuestión, en primer lugar, se forman en las mismas universidades que el resto de los docentes; en segundo lugar, no fueron necesariamente alumnos excepcionales; en tercer lugar, la diferencia más evidente con el resto de los profesores es que están insertos en redes sociales que les permiten acceder a estos colegios.
7.- En estos colegios, los profesores, insisto, formados en las mismas universidades que el resto de los profesores del país, trabajan en condiciones infinitamente superiores, con remuneraciones y cargas horarias razonables, con todos los medios educativos que se requieren y con alumnos en inmejorables condiciones para aprender.
8.- El punto es entonces que las causas profundas de los problemas en la educación chilena están asociadas al Capital Social de los Alumnos, al Capital Social de los propios profesores y este Capital está estrechamente vinculado con las condiciones generales de vida de los distintos segmentos de nuestra sociedad. En definitiva, las causas se relacionan con el conjunto de factores que se conjugan en la sala de clases y no con uno solo de ellos.
9.- Visto desde esta perspectiva, por cierto que hay que persistir en los intentos de mejora del sistema educacional en su conjunto, persistiendo por ejemplo en el perfeccionamiento de la línea de la acreditación de las instituciones del sistema de educación superior, pero sabiendo también que esta mejora pasa por una modificación sustantiva de las condiciones de desigualdad que padece nuestra sociedad, mediante políticas que permitan: aumentar sustantivamente los ingresos de los sectores medios y bajos, modificar la fisonomía de los barrios periféricos pobres de todas las ciudades del país (hay que destruir barrios enteros de viviendas sociales y reemplazarlas por otras más dignas, propias de un país que aspira a entrar a la OCDE y a tener un ingreso per- cápita de US$ 20.000) e incluso interviniendo bajo esta perspectiva en las condiciones de vida cotidiana de estos sectores, mejorando sus casas, orientando su dieta alimenticia, dotándolos de acceso de bienes culturales, etc.
No obstante e intentando contribuir a este debate, creo necesario plantear algunos puntos que a mi juicio constituyen debilidades importantes en el enfoque y análisis realizados por este grupo liderado por el ingeniero Mario Waissbluth:
1.- Creo que constituye un error focalizar el debate y las propuestas para mejorar la educación en la problemática de la calidad de los centros de formación y en la de los propios aspirantes a profesores. Esto significa de entrada desconocer que hay problemas estructurales que afectan al conjunto de la educación superior chilena y no solo a la formación de profesores.
Educación 2020 no puede ignorar en su discurso que hay miles de profesores de enorme vocación y capacidad intelectual y profesional y que hay centros de formación docente que mantienen una excelencia equivalente a la que impera en “algunos de los centros” que imparten otro tipo de disciplinas.
2.- En Chile hay universidades completas, que no imparten solo pedagogía, que no cuentan con un solo alumno que haya ingresado con más de 700 puntos en la PSU y, probablemente, con muy pocos que tengan más de 600 puntos.
Por otra parte no hay una sola universidad chilena que se encuentre en el ranking de las 200 mejores universidades del mundo, entre las que si están la UNAM y la Universidad de Sao Paulo.
En esta perspectiva, me parece que cuando Educación 2020 señala, con cierto escándalo, que ha ingresado un alumno con 377 puntos a pedagogía básica, está cometiendo una falacia ya que hay un enorme registro de alumnos con puntajes inferiores que están alimentando las carreras de periodismo, sicología e incluso aquellas que hasta hoy día son símbolo de prestigio social y glamour. De hecho un dato que leí hace un par de meses en el especial sobre universidades de la Revista Qué Pasa, es que el último matriculado en periodismo de la Universidad ARCIS ingresó con solo 270 puntos.
3.- Esto ocurre porque el sistema universitario chileno lo permite, porque se ha transformado desde un sistema de educación de elite en uno masivo, evolución que es positiva, pero que ha generado una serie de problemas. Expresión de esto es que en las universidades privadas, que en su mayoría, a excepción de unas pocas (entre las que están obviamente las de la “cota mil”), acogen a alumnos de sectores sociales medios y bajos (lo que constituye un contrasentido y clara expresión de otra problemática), no tienen puntaje de corte obligatorio y, junto con el ejercicio del rubro educacional, les interesa de sobre manera el número de alumnos por sala, para hacer viable económicamente hablando el negocio y su existencia institucional. En todo caso es evidente que los problemas en la calidad de la educación superior no son, como ya se señaló, patrimonio de estas universidades, entre las que hay muchas que están alcanzando estándares superiores a otras tantas de las universidades tradicionales.
4.- Los problemas de la excelencia en la formación no solo afectan a los profesores o de lo contrario cómo se explican los errores flagrantes que cometieron, por ejemplo, los ingenieros en transporte que diseñaron el “Transantiago”, o los que calcularon la construcción del puente porteño que se hunde o los arquitectos que han diseñado por décadas las viviendas sociales horrorosas o algunos de los edificios de la renovación urbana que constituyen verdaderos atentados a la estética de la ciudad y al objetivo de mejorar la calidad de vida de los santiaguinos. ¿Cuál es la visión de desarrollo y la solidez de la formación que hay detrás de los profesionales, en su mayoría supongo ingenieros, que tomaron la decisión de aprobar la construcción de la planta de Metrogas en los faldeos pre-cordilleranos de Peñalolén, a un costado del ingreso del principal acceso al gran proyecto que es el “Sendero de Chile? ¿Dónde se formaron los arquitectos urbanistas e ingenieros que propusieron las construcción del túnel en Pedro de Valdivia Norte? ¿Dónde se formaron los ingenieros que diseñaron y construyeron la Costanera del Bicentenario en Lebu? (que costó miles de millones de pesos y que quedó destruida con el primer temporal que tuvo que soportar). ¿Dónde se formaron los profesionales de la salud que no informaron los casos de SIDA o los que cambiaron las guaguas en el Hospital de Talca?
5.- Hay otras preguntas que permiten ir definiendo mejor el escenario de la educación en Chile: ¿Qué instituciones forman a los profesores que hacen clases y dirigen los colegios de excelencia en Chile? ¿Se forman en el extranjero? ¿Estos profesores son los mejores de cada generación en las universidades chilenas? o ¿Son otro tipo de profesionales los que están haciendo clases en estos centros educacionales?
6.- La respuesta a las preguntas enunciadas es que los profesores en cuestión, en primer lugar, se forman en las mismas universidades que el resto de los docentes; en segundo lugar, no fueron necesariamente alumnos excepcionales; en tercer lugar, la diferencia más evidente con el resto de los profesores es que están insertos en redes sociales que les permiten acceder a estos colegios.
7.- En estos colegios, los profesores, insisto, formados en las mismas universidades que el resto de los profesores del país, trabajan en condiciones infinitamente superiores, con remuneraciones y cargas horarias razonables, con todos los medios educativos que se requieren y con alumnos en inmejorables condiciones para aprender.
8.- El punto es entonces que las causas profundas de los problemas en la educación chilena están asociadas al Capital Social de los Alumnos, al Capital Social de los propios profesores y este Capital está estrechamente vinculado con las condiciones generales de vida de los distintos segmentos de nuestra sociedad. En definitiva, las causas se relacionan con el conjunto de factores que se conjugan en la sala de clases y no con uno solo de ellos.
9.- Visto desde esta perspectiva, por cierto que hay que persistir en los intentos de mejora del sistema educacional en su conjunto, persistiendo por ejemplo en el perfeccionamiento de la línea de la acreditación de las instituciones del sistema de educación superior, pero sabiendo también que esta mejora pasa por una modificación sustantiva de las condiciones de desigualdad que padece nuestra sociedad, mediante políticas que permitan: aumentar sustantivamente los ingresos de los sectores medios y bajos, modificar la fisonomía de los barrios periféricos pobres de todas las ciudades del país (hay que destruir barrios enteros de viviendas sociales y reemplazarlas por otras más dignas, propias de un país que aspira a entrar a la OCDE y a tener un ingreso per- cápita de US$ 20.000) e incluso interviniendo bajo esta perspectiva en las condiciones de vida cotidiana de estos sectores, mejorando sus casas, orientando su dieta alimenticia, dotándolos de acceso de bienes culturales, etc.
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