A 20 años del "Año Decisivo"
Hace un par de días, revisando en mi departamento una caja con nostálgicos papeles viejos, me encontré con una carta manuscrita de un viejo amigo, que me escribía sin poner ninguna dirección postal, ya que el destino de la carta era la 1ª Comisaria de Carabineros. Claro, ahí me cayó la teja, hace exactamente 20 años yo estaba detenido en esa Comisaria después de haber participado el día 2 de julio en la toma de la Casa Central de la Universidad de Chile, convocada por la Fech que presidía Humberto Burotto y en la que yo formaba parte del Consejo de Vocales. La convocatoria a la toma se hizo en el contexto del "Año Decisivo", el que había proclamado en esos términos el Partido Comunista y al que se había sumado entusiastamente Gabriel Valdés, proclamando su adhesión ante el mundo universitario en un discurso de antología pronunciado en la Escuela de Ingeniería de la Chile. Eran también los años del "Imperativo Nacional", tesis planteada por el grupo de "los pelados" de la Democracia Cristiana Universitaria, que consistía en la transformación del movimiento estudiantil en la vanguardia opositora.
La toma coincidió con el fatídico paro del 2 y 3 de julio, ese en el que las fuerzas represivas asesinaron a Rodrigo Rojas y dejaron gravemente quemada a Carmen Gloria Quintana, dos jóvenes opositores representativos de toda una generación maltratada por el regimen militar, pero que supo construir en la adversidad las bases de la convivencia en democracia. Fue la generación de los 80, conformada por miles de jóvenes estudiantes y pobladores, que supieron ponerse a la altura de las circunstancias y transformarse en punta de lanza de un movimiento que culminó con los cánticos que celebraron el triunfo del No en la Plaza Italia.
Bueno, en la carta en cuestión este antiguo amigo me decía que habría preferido estar con nosotros en prisión, con lo que reflejaba un sentimiento difundido en esos años, en los que la apuesta colectiva y la transparencia de nuestras demandas y de nuestra acción eran la manifestación de un idealismo casi en estado puro, el que, aunque algo deteriorado con el paso de los años y el curso de la vida, ha permitido mantener en buena parte los sueños concertacionistas de construcción de un país mejor, distinto al oscuro Chile del ahora ya viejo general.
La toma coincidió con el fatídico paro del 2 y 3 de julio, ese en el que las fuerzas represivas asesinaron a Rodrigo Rojas y dejaron gravemente quemada a Carmen Gloria Quintana, dos jóvenes opositores representativos de toda una generación maltratada por el regimen militar, pero que supo construir en la adversidad las bases de la convivencia en democracia. Fue la generación de los 80, conformada por miles de jóvenes estudiantes y pobladores, que supieron ponerse a la altura de las circunstancias y transformarse en punta de lanza de un movimiento que culminó con los cánticos que celebraron el triunfo del No en la Plaza Italia.
Bueno, en la carta en cuestión este antiguo amigo me decía que habría preferido estar con nosotros en prisión, con lo que reflejaba un sentimiento difundido en esos años, en los que la apuesta colectiva y la transparencia de nuestras demandas y de nuestra acción eran la manifestación de un idealismo casi en estado puro, el que, aunque algo deteriorado con el paso de los años y el curso de la vida, ha permitido mantener en buena parte los sueños concertacionistas de construcción de un país mejor, distinto al oscuro Chile del ahora ya viejo general.