jueves, marzo 11, 2010

Un techo para Chile

Hace algún tiempo y desde el día en que tuve la oportunidad de meterme en una de las mediaguas que construye Un Techo para Chile, es que me he negado sistemáticamente a donar parte del vuelto en supermercados o en colectas específicas que hace esta fundación, sufriendo la mayoría de las veces la mirada reprochadora de la cajera o el voluntario respectivo. Por eso es que encuentro notable que un alcalde de la UDI (el de Arauco) se haya plantado contra la corriente y contra el discurso políticamente correcto y haya rechazado por indignas estas soluciones de emergencia, que no sólo se han entregado a propósito de esta catástrofe, sino que constituyen el producto principal de esta organización desde su origen. Por cierto que es loable que este grupo de personas se organice para ayudar a quienes no han podido resolver sus necesidades habitacionales, pero me resulta francamente intolerable que un segmento de la sociedad siga pensando que a los pobres hay que darles solo lo necesario para la subsistencia, sin importar que pasen frío o que padezcan de hacinamiento. Las mediaguas de esta fundación no son la única muestra de lo clasistas que son muchos de los programas de este tipo de organizaciones y de las políticas y programas que se han desarrollado por el gobierno (y lo digo siendo yo profundamente concertacionista), que se han traducido en soluciones diversas, que para este sector de la sociedad siempre son “a medias”: Metro que reduce los tiempos de traslado pero en el que hay que viajar como sardinas y soportar 40° C, carreteras y corredores urbanos que reducen al mínimo las veredas y que han dividido por la mitad los barrios mediobajeros, viviendas sociales en las que a ninguna autoridad le cabría ni el living y que se encuentran ubicadas a decenas de kilómetros del trabajo y de educación de calidad, viviendas de emergencia de 18 metros cuadrados, sin cielo y sin forro (se imaginan cómo se debe colar el frio y la humedad…), etc., etc., etc.
El sábado pasado fuimos con Clau a hacer el aporte correspondiente a la Teletón sin saber el destino operativo de los recursos y luego nos enteramos de que 15 mil millones irían precisamente a la fundación en cuestión, sin que hubiese una exigencia de por medio, que asegurara al menos algo más de calidad en las viviendas de emergencia. Estoy seguro que parte importante de estos recursos habrían sido mucho más efectivos si se hubiesen puesto a disposición de iniciativas como el Programa Chile Barrio, donde si me consta que se resolvieron dignamente, con calidad constructiva y estética y con perspectiva de futuro, los problemas habitacionales de muchos chilenos, gracias al trabajo silencioso de funcionarios públicos anónimos, que no salen en la tele y que de seguro no fueron convocados para el salvataje comunicacional de ninguna de las candidaturas presidenciales. Vamos a ver cómo resuelve estos problemas el nuevo gobierno, si damos un paso adelante o volvemos a los programas de erradicación literal de la pobreza (más bien de los pobres!) de los años 80.